lunes, 25 de octubre de 2010


DOCE
El propósito fundamental de la vida

–Los Sabios de Sivana no eran sólo las personas más juve¬niles que he co-nocido –observó Julián–, sino también las más bondadosas. El yogui Ra-man me contó que de pequeño, cuando se acostaba, su padre iba a su choza cubierta de rosas y le preguntaba qué buenas obras había hecho durante el día. Lo creas o no, si el niño decía que no había hecho ningu-na, su pa¬dre le exigía que se levantara e hiciera algún acto altruista. De lo contrario no le dejaba acostarse.
»Una de las virtudes esenciales para la vida esclarecida que puedo compartir contigo, John, es ésta: en el último momento, al margen de lo que hayas conseguido, al margen de las casas de veraneo que puedas tener, al margen de los coches que puedas acumular en tu garaje, la ca-lidad de tu vida se reducirá a la cali¬dad de lo que has aportado.
–¿Tiene algo que ver con las rosas amarillas de la fábula del yogui Ra-man?
–Desde luego que sí. Las flores te recordarán el antiguo proverbio chino que dice: «La mano que te da unas rosas siem¬pre conserva un poco de la fragancia.» El sentido está claro: cuando trabajas para mejorar la vida de los demás, indirecta¬mente estás elevando la tuya. Cuando te preocupas de realizar actos bondadosos diariamente y al azar, tu propia vida se enri-quece y gana en significado. Para cultivar la santidad de cada día, sirve a los demás de alguna manera.
–¿Sugieres que me meta en alguna organización de volun¬tarios? –pregunté.
–Sería un excelente punto de partida. Pero en realidad es¬toy hablando de algo más filosófico. Lo que sugiero es que adoptes un nuevo paradig-ma de tu papel en este planeta.
–Me he perdido otra vez. Aclárame el sentido de la palabra «paradig-ma».
–Un paradigma no es más que un modo de ver una cir¬cunstancia o la vida en general. Algunas personas ven el vaso de la vida medio vacío. Los optimistas lo ven medio lleno. Inter¬pretan la misma circunstancia de manera distinta porque han adoptado un paradigma distinto. Un pa-radigma es, básicamen¬te, la lente a través de la cual ves los acontecimientos de la vida, tanto externos como internos.
–Entonces, cuando sugieres que adopte un nuevo paradig¬ma, ¿me es-tás diciendo que debo cambiar mi punto de vista?
–En cierto modo. Para mejorar drásticamente la calidad de tu vida, de-bes cultivar una nueva interpretación de por qué estás aquí en la tierra. Debes comprender que, del mismo modo que vi¬niste al mundo sin nada, tendrás que irte de él sin nada. Por con¬siguiente, sólo puede haber una única razón para que estés aquí.
–¿Y cuál sería?
–Entregarte a los demás y contribuir en todo lo que puedas. No estoy di-ciendo que no puedas tener tus juguetes o que hayas de dejar tu trabajo y dedicarte a los desposeídos, aunque recien¬temente he conocido perso-nas que han optado por esa línea de acción y están muy satisfechas. Nuestro mundo está en plena transformación. La gente cambia dinero por sentido. Abogados que juzgaban a la gente por la magnitud de sus carteras la juzgan ahora por la magnitud de su compromiso con los demás, por el tamaño de su corazón. Muchos profesores están abandonando la seguridad de sus aulas para nutrir el crecimiento intelectual de los chicos marginados. La gente ha oído claramente la llamada del cambio. Se dan cuenta de que están aquí por algo y que se les han concedido unos dones que pueden ayudarlos a realizar ese propósito.
–¿Qué clase de dones?
–Exactamente los mismos que te he mencionado esta no¬che: capaci-dad mental, energía sin límite, gran creatividad, dis¬ciplina y sosiego. Se trata de abrir todos esos tesoros y aplicar¬los en un bien común –comentó Julián.
–Entiendo. ¿Y cómo se empieza a hacer el bien?
–Sólo estoy diciendo que deberías considerar prioritario el cambiar tu vi-sión del mundo y empezar a verte no puramente como un individuo sino como parte de la colectividad.
–¿Que debería volverme más bueno y amable?
–Piensa que la cosa más noble que puedes hacer es dar a los otros.

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